LA ESTUPIDEZ Y LA COMPASIÓN – I
¿Son antípodas una de la otra? Las estupidez es algo que se toma dentro de la actitud racional del ser humano. Con ella se justifican, incluso, determinaciones que después serán alabadas; ‘yo castigué a mi hijo sin comer porque no me hacía caso’; cuestionémonos sinceramente, ¿lo castigaste con el amor de la corrección, o descargaste sobre él, la cólera y rabia encerrada y que no te has atrevido a hacerlo con otros o sencillamente no te ocupas en comprender?; todo ello, entra dentro del grado de estupidez leve. ‘Lo tenía a tiro y aprovechando la ocasión, le disparé’; éste modelo de planteamiento-acción, entra dentro del grado medio de estupidez. ‘Rechacé el reconocimiento y la dotación del premio millonario, porque no quería salir en la foto con el Ministro tal o el Presidente cual, como protesta por lo mal que lo vienen haciendo en educación o en defensa o en sanidad o en investigación o en apoyo al desarrollo, etc.; ésto ya alcanza un muy alto grado de gravedad en la acción de la estupidez.
Cuando se está en el proceso de construir, y se pide la posibilidad de participar, siendo reconocido y en la labor que trae, esa persona nominada, por los trabajos que hasta el presente está realizando; no se puede escupir sobre la mano que se te tiende, para que participes y formes parte de una opinión en esa construcción; porque han elegido obras tuyas y maneras de tu liberal pensamiento, como representativas del modelo social que se pretende encauzar en esa constante estructura del pensamiento humano. No se puede coger el arma de la vanidad, menospreciando lo constituido hasta el presente, para justificar de como lo incorrecto es culpa de los otros, y por eso no participa. Esa nulidad o ceguera, nos impide observar que precisamente aquellos que señalamos de como vienen actuando de manera incorrecta, son los que precisamente nos han seleccionado, para que con nuestra labor, participemos, como digo, en las estructuras sociales del momento.
Eso son obras de la razón de la estupidez que nos maneja a su antojo, pero lo más estúpido es que nosotros nos dejamos influenciar, con su aplastante afirmación de que los estúpidos son los demás. De ahí que la razón nos empuje a determinadas situaciones relevantes, como el reconocimiento y la otorgación de premios, para que nos sirva de lanzadera en esa supuesta protesta; donde rechazándolos públicamente, demostremos la fuerza de esa estúpida razón de negación. Gracias a esa acción de aparente valentía, acicalan más aún la situación por la que en apariencia daba origen a su protesta. Ahí ya no se puede rebuscar entre los atributos, la supuesta valentía, sino, dentro de la muy variada gama de máscaras, incuestionablemente podemos afirmar que intervienen la estupidez y la cobardía.
Veamos ahora el atributo o condición de la compasión; la compasión no procede de la cabeza, sino del corazón. Y del corazón, es sacado directamente, ya horneado, de la conciencia.
(Continuamos ésta temática, en página sucesiva LA COMPASIÓN II)
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